Ayuntamiento de Zaragoza

Cementerio de Torrero

RUTAS CULTURALES >> FOSAS PARA LAS VÍCTIMAS

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Capilla de los Caidos

Los cadáveres de la mayoría de las personas fusiladas en la tapia trasera del Cementerio, junto al mausoleo de Joaquín Costa, fueron enterrados en este lugar, bajo el andador de la manzana 4, en dos grandes zanjas de 500 metros de longitud y 2 y 4 metros de anchura. Apenas tres semanas después de la sublevación militar, el 5 de agosto de 1936, cuando decenas de personas ya habían sido asesinadas, García Belenguer, concejal del nuevo Ayuntamiento nombrado por los militares rebeldes, solicitó, como puede leerse en el Acta de la sesión de ese día, que fueron llevados compresores al Cementerio para verificar con mayor rapidez los trabajos de aperturas de zanjas.

Las víctimas yacieron aquí, olvidadas, y sin que ninguna autoridad hiciera nada por desenterrarlas y darles una digna sepultura, hasta febrero de 1979, cuando comenzó la exhumación de los restos, que se encontraban en cajas amontonadas una encima de otra, en varias hileras. Había restos de aproximadamente 2.700 víctimas, fusiladas durante la guerra y la posguerra. Todos ellos, menos los restos de 175 navarros y riojanos asesinados por falangistas en la Segunda Bandera de la Legión Sanjurjo, que pudieron llevárselos sus familias tras la exhumación autorizada por el entonces alcalde Miguel Merino, fueron trasladados a una fosa común en el andador de los caídos. El primer alcalde de la democracia, Ramón Sainz de Varanda, elegido en abril de 1979, ordenó construir allí, en recuerdo, un sencillo monumento, una lápida con un monolito, en el que se grabó la inscripción: A cuantos murieron por la libertad y la democracia, 1936-39 y posguerra.