¿Para qué sirve viajar?
Desde hace meses (más o menos, desde que se publicó el primer número de esta revista y empezamos con este), tenemos una idea fija en la cabeza: viajar. Conocer otros lugares, hacer descubrimientos… ¿a quién no le va a gustar? Ojo, que aquí creemos que no hace falta moverte de tu sitio para hacerlo. Por eso, en este número te proponemos descubrir tu ciudad, visitando rincones en los que casi seguro que no has estado (al menos, no en todos) o visitar otros lugares y otras vidas a través de las páginas de los libros. También nos hemos puesto un poco filosóficos/as y hablamos sobre el camino que realizamos cuando miramos hacia nuestro interior.
Hay gente a la que hacer cualquier tipo de viaje le encanta y otra a la que le da una pereza terrible. Pero la idea con la que hemos preparado este número es que siempre merece la pena. Los viajes, sean del tipo que sean, nos ayudan a conocernos mejor, pero también a descubrir a los demás. Salir de la rutina del día a día de las clases, el trabajo… nos hace abrir los ojos a lo que tenemos alrededor. Conocer a gente nueva, con diferentes costumbres a las tuyas hace que tu mente se abra y tengas experiencias nuevas. Además, siempre te traes recuerdos, no solo fotos e imanes para la nevera, sino también palabras nuevas, recetas, etc.
Viajar en el sentido literal, sobre todo las primeras veces, nos hace más resolutivos/as. Por muy planificado que esté el recorrido, siempre hay algo que no esperabas: un bus que no llega, un museo que ha cambiado de horario por sorpresa… Si estás con tu familia, suelen ser los más mayores quienes toman las riendas pero, ¿y si vas con tus amigos/as o tú solo/a? Ahí toca sacarse las castañas del fuego, dejar a un lado el corte que te pueda dar hablar con personas desconocidas y ponerte las pilas.
También es un momento para aprender a negociar. Salir fuera, sobre todo cuando vas con un grupo de amigos/as, es un referendum continuo: "¿dónde vamos?", "¿qué transporte cogemos?"… Puede sonar un poco estresante, pero conseguir llegar a acuerdos y que todo el mundo se lo pase bien también es muy gratificante. Además, sirve para hacer cosas que a ti en principio no te apetece mucho, como probar el haggis en Escocia, ¡pero luego a lo mejor te gusta! Pero no te preocupes, que las recetas viajeras que te proponemos en este número tienen mejor pinta (y son más fáciles de hacer).
Los viajes físicos también nos sirven para realizar un viaje interior, en especial si lo haces sin compañía. Puede que pienses que eres hipertímido/a, pero que al encontrarte a tu ritmo descubras que no te cuesta tanto hablar con la gente como creías. O que en realidad eres más de montaña que de playa, por mucho que te vayas con tus amigos/as a Salou y te lo pases bien. Tener tiempo para pensar siempre está bien y no hace falta salir de casa para hacerlo, pero mirar como cambia el paisaje a través de la ventanilla de un bus o un tren tiene algo de hipnótico que ayuda a reflexionar.
Sea el tipo de viaje que sea, siempre merece la pena. ¡Anímate a surcar estas páginas y descubrirlo!