Recetas tradicionales de aprovechamiento en un mundo moderno con mi abuela
A todos nos gusta que el tomate tenga sabor de verdad y que las borrajas estén buenas todo el año, pero tenemos que encontrar el equilibrio entre complacer a nuestro estómago a la vez que a nuestra moral y ética. El desperdicio alimentario es una realidad que azota nuestros hogares, y que ahora mismo, es totalmente invisible. Para comenzar a erradicarlo, la conciencia es el primer paso: comprar alimentos de temporada, hacer una lista de la compra, y no dejarnos llevar por las grandes cantidades sino por la necesidad.
Muchas personas ya lo hacen, pero para quienes tienen más dificultad, podemos recoger alguna receta de cocina de aprovechamiento. Un tipo de cocina en la que se aprovechan todos los ingredientes posibles, de manera nueva o eficiente, para que no haya que tirarlos.
Ir a comer a casa de los yayos puede ser una forma muy enriquecedora de disfrutar de la comida y sobre todo, de no desperdiciarla, porque te obligan a comerte hasta la última cucharada. Y si no, "hija mía", te la llevas en un tupper. Y si aún queda un poquico, la hacemos puré. Es el ejemplo más puro del aprovechamiento alimentario, y del que deberíamos aprender.
Al año, en España se calcula que se pierden más de un millón de toneladas de comida. Son 22.000 a la semana. Son datos proporcionados por el Ministerio de Consumo del año pasado. Por eso, todos tenemos que ser como mi abuela. "No hay mejor manera que aprovechar las cáscaras de huevo para hacer abono", por ejemplo, como dice ella. Las cáscaras de huevo son muy ricas en calcio, por eso nos ayudan a enriquecer la tierra donde haya plantación al incluirlas junto al compost. Además, si se pica en trocitos pequeños, facilita el drenaje y se convierte en abono natural.
La fruta entra en el ranking de alimentos perdidos. El pasado año se desperdiciaron 6,21 kilos por persona, y si reflexionamos, seguro que esta semana hemos tirado algún plátano demasiado maduro que ya no podíamos comer. Mi yaya, en vez de tirarlos a la basura, los aprovecha para hacer un buen bizcocho. O un brownie al microondas, fácil y rápido: cacao en polvo, un plátano blandito, y un huevo (y así aprovechamos también la cáscara). Todo bien machacado y al microondas alrededor de tres minutos. Así realizamos cocina de aprovechamiento, y "no se tira nada".
Para aprovechar la fruta, también existe una de las tradiciones que poco a poco se distancian en el tiempo y se pierden entre generaciones, como las conservas. El baño maría es un método que crea un vacío en un recipiente de vidrio cerrado cuando se sumerge en agua y al punto de ebullición. Se lleva a cabo para no desperdiciar la parte sobrante de muchos alimentos, y todavía es popular en los pueblos.
El melocotón en almíbar, por ejemplo, es una de las recetas más típicas y fáciles de las conservas. Aquellos que te sobren, o que vayan a pudrirse pronto, "debes pelarlos y cortarlos por la mitad o en trocitos más pequeños, después hay que poner a calentar agua con azúcar y verterla sobre los melocotones en un recipiente cuando haya hervido", indica mi yaya. Tras dejarlo reposar tres horas, hay que volver a realizar el proceso de hervir el agua con azúcar, y verterla, esta vez con los melocotones escurridos y dentro de un bote bien cerrado, para llevarlo al baño maría. ¡Y listo!
Desde el año 2021 hemos conseguido reducir el desperdicio alimentario en los hogares un 6,1% y aumentar la conciencia social, reduciendo el número de hogares que tira alimentos en un 3,9 %. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, esta reducción se debe a una mejor gestión de los productos sin utilizar, ya que casi 1 de cada 3 hogares no desperdicia ningún tipo de alimento. Son datos objetivos que pueden mejorar si añadimos una pizca de esfuerzo, batimos un poco de colaboración social, y lo horneamos hasta el punto en que en vez de pudrirse o tirar los alimentos, tengamos la nevera llena de recetas aprovechables y muy ricas.