¿Y si no tengo una vocación?
Seguro que cuando eras pequeño/a, te hicieron la pregunta: ¿y tú qué quieres ser de mayor? Hay gente que tiene una idea clarísima de lo que quiere hacer. Eso se llama vocación, es algo que "le llama", como un enamoramiento. Pero muchas otras personas otra va cambiando con el tiempo y, cuando toca decidirse, no lo tiene demasiado claro. Esto suele generar un poco de ansiedad, porque parece que nos quedamos atrás respecto al resto y que sin esta idea clara no podemos avanzar. Tranquilidad, respira hondo y sigue leyendo.
La idea que tenemos de vocación es algo que te apasiona y aparece así, porque sí, en tu cabeza, como un flash. Pero no tiene por qué ser tu caso: hay otras personas que necesitan buscarla. Para empezar, una recomendación: no te compares con los demás. Que haya otras personas que tengan ideas fijas desde muy pronto no significa que tú no la puedas encontrar con un poco más de esfuerzo. Cada persona necesita su proceso y te vamos a ayudar con él.
Lo primero es que sepas qué es lo que te gusta y lo que no. Ya hablamos un poco sobre esto en el número anterior (si te lo perdiste, te lo contamos en ¿Cómo elijo mis estudios?), pero la idea es que no tienen que ser cosas muy concretas, sino que pueden ser ideas generales, por ejemplo: "me gusta trabajar en equipo". Para precisar más, una buena opción es probar experiencias lo más cercanas a lo que te quieres dedicar. Por ejemplo, si piensas en hacerte profesor/a, primero tendrás que saber qué tal se te da tratar con niños/as o adolescentes. Una forma es hacer un voluntariado, en este caso en una ludoteca. ¿Que pruebas algo y al final no te convence? Sin problema, volvemos al principio: recupera tu lista de ideas y experimenta de nuevo. Lo importante de este proceso es tener paciencia e ir probando.
Si esto no te funciona, puedes hacer al revés: piensa en lo que no te gusta hacer. Por ejemplo "no me gusta hablar en público", "me dan miedo los perros" o "no me gustan los niños". Hazte una lista con las formaciones posibles del nivel que te interesa (FP Media, Superior, Universidad, etc.) y piensa en qué necesitas para llevarla a cabo. Es como en el ¿Quién es quien?, pero con estudios: si no lleva gafas… digo si no te gustan los animales, ya puedes ir bajando las fichas de Veterinaria y de Técnico Superior en Ganadería y Asistencia en Sanidad Animal, por ejemplo.
Después de esto, te habrás quedado con una o dos opciones que te convencen más o menos. Recuerda que no es necesario que te guste todo lo que engloba esos estudios o ese trabajo, sino que tengas un motivo por el que disfrutes lo más posible de él. A no ser que seas un/a rico/a heredero/a y puedas vivir de las rentas (lo cual no es el caso de la mayoría de los/as que estáis leyendo esto, ya lo siento) vas a pasarte un buen puñado de horas a la semana trabajando, así que más vale que tenga algo que te anime a madrugar. Pero desengáñate: los estudios o el trabajo perfecto no existen. Escribir este artículo, por ejemplo, está bastante guay, pero quedarte en blanco y ver cómo la fecha de entrega se va acercando cada vez más, no tanto, la verdad.
Ahora que ya tienes algo a lo que podemos llamar más o menos vocación, recuerda que no todo el mundo la vive de la misma manera. Hay personas que la sienten más intensamente y tienden a ponerla por delante de todo. Por ejemplo, algunos/as deja de tener vida social para centrarse únicamente en conseguir la nota que necesita para entrar en unos estudios en concreto. Esforzarse está bien, no lo vamos a poner en duda, pero cuando llegas a un punto donde tienes que dejar de lado todo lo demás, puede llegar a ser un problema. Lo bueno de no tener tan definida tu vocación es que estás abierto/a a un plan B y que si no consigues realizarla, vas a tener más flexibilidad para tirar por otro lado sin que se convierta en un drama. Solo tienes que repetir el proceso de búsqueda y buscar otro camino. ¡Todo tiene su parte positiva!