Por amor al arte


Ser artista no es tarea fácil y menos todavía vivir de serlo. Y es que cuesta demasiado acabar con la idea preconcebida de que hay que trabajar por amor al arte. Fátima, elgato500euros y Natalia son jóvenes zaragozanos que, aunque de muy diversas disciplinas, luchan por ser artistas sin morir  en el intento.

Elisa Navarro

El mundo de las formas de Fátima Tomás @fatimatomasescultura

Fátima mueve el cincel sobre la escayola como quien mueve un lapicero sobre el papel; con la facilidad de quien lo ha visto hacer antes, incluso, de saber andar. Su arte es figurativo. Siempre centrado en unos cuerpos llenos de emociones que sus manos descifran a golpe de martillo. En el corral de su casa del pueblo, en Plenas, ha creado su retiro artístico, el lugar donde esculpir tranquila, lejos del mundanal ruido.

En su obra, el vacío y la materia tienen la misma importancia. Estructuras humanas que la intemperie deteriora con el sello irrepetible de una naturaleza salvaje.

Su sueño es ser algún día escultora, o mejor dicho, poder dedicarse en exclusiva a ello. "Me parece casi hasta ideal, pero me encantaría trabajar de lo que me gusta con un suelo mensual que me dé estabilidad". Mientras tanto, imparte talleres artísticos y clases extraescolares en Zaragoza. Actividades más vinculadas a la docencia que al arte. "En ellas, enseño a hacer, no hago".

Jóvenes artistas que se enfrentan a muchos retos. Entre ellos, el poner valor a su obra. "Siento que la gente no comprende los precios porque piensa que lo hago por placer. Pero, incluso cuando he intentado no pillarme los dedos, me los he pillado. Me encantaría que hubiera un convenio de artistas con el que te sintieras cómoda cobrando por tu trabajo".

Sus obras han ganado concursos y se han expuesto y vendido. Pero, sin perder de vista un viejo consejo de sus profesores, "moverse y dejarse ver", sigue trabajando en nuevas creaciones. Un proceso, el de esculpir, que le aporta los beneficios de una palabra muy corta, pero con un efecto gigante: paz.

El universo gamberro de elgato500euros @elgato500euros

No se equivoca al decir que es un artista multidisciplinar porque sus manos han tocado un poquito de todo. Aunque, haga lo que haga, toda su obra tiene una impronta tan infantil como macarra y tan naif como gamberra. Si le das a elegir entre museos o underground se queda con lo segundo. "Te permite hacer lo que te da la ganar, crecer con la tendencia y con la gente de tu generación". Y, precisamente, a ellos se dirige.

Con el grafiti comenzó su andadura y, bajo los sprays, nació su joya más preciada: el diseño de un gato color rosa que ha sido, desde entonces, su seña de identidad. "Mi nombre no tendría sentido sin ese gato. Es como para Walt Disney su Mickey Mouse".

También del gato surgió su nombre artístico que, aunque comenzó siendo un pseudónimo para Instagram, vino para quedarse. "Ni siquiera me gusta aunque reconozco que, de tan absurdo, se queda al instante".

Es de los que piensa que el artista trabaja mejor cuando existe una red en la que apoyarse. Quizá por eso, fundó el Gremio de Artistas de Zaragoza (GAZ) con el objetivo de formar piña y organizar eventos gratuitos.

El formato no es un obstáculo para este zaragozano. Su arte está presente en cuadros, esculturas o hasta en bufandas. Un trabajo que registró bajo su marca "Ultras del amor". Pero su curiosidad, sin límites, lo ha llevado incluso a pinchar en discotecas. "Hay dos tipos de djs: los que nadie espera nada de ellos y los que buscan un sonido concreto y la gente va solo para escucharlos". Su ilusión es seguir formando parte de este segundo grupo y explorar un mundo sonoro que le abre otras tantas ventanas creativas.

Actividades artísticas diversas con las que, sin embargo, no consigue todavía mantenerse. Mientras encuentra la fórmula, trabaja como mediador y educador artístico en un centro de Zaragoza. "El dinero que gano allí lo invierto en nuevos proyectos. Creo que el 95% de las veces pierdes más dinero del que ganas". Por eso, no se cansa de reivindicar el arte como un trabajo que requiere de sacrificio y constancia.

 

Creo luego existo. Natalia Escudero @nataliaescuderolopez

Igual que para un deportista entrenar, para Natalia, el arte es como respirar. "Cuando dejas de hacerlo, estás apática, triste, no te gustas, no te quieres… dejas de ser tú". Crear es para ella la expresión natural de su existencia, el universo al que escapar cuando necesita expresarse. Pero su arte no solo se gesta en el estudio, sino que es el resultado de compartir con otros, de viajar.

Tras ganar una residencia artística en Japón, viajó a la isla para estudiar la técnica de reparar objetos. "Allí, viven un movimiento sísmico todos los días por lo que el tiempo se contabiliza de forma diferente, también el suelo que pisas tiene otro valor".

En sus trabajos, el espacio, el tiempo y el objeto ocupan siempre un elemento central. Su obra es sutil, etérea. Hay quien la enmarca dentro del arte conceptual por su marcada línea de investigación, pero tiene además un carácter contemplativo que emerge al espectador en un mundo de sensaciones tras observarla.

Lo consiguió con un ajedrez celeste que cautivó en Hecho (Huesca), donde viajó para trabajar en el marco de la residencia internacional LoMon 2022. Allí, recreó un juego medieval con el que se aprendía a interpretar el cosmos. Conceptos abstractos con los que consigue vestir espacios y crear ambientes.

Este año, su obra ha estado expuesta en Zaragoza, Manchester, Córdoba y Barbastro. Pero reconoce que son los posos de una inercia muy positiva del pasado y que tiene que volver a crear.

Natalia no solo es artista, desde 2019, compagina el arte con la docencia en la universidad y en secundaria. "Siempre es un intento de tener cierta estabilidad. Realmente ser artista es luchar por serlo. Nuestro trabajo consiste en buscar continuamente trabajo justificando que eres bueno".

Muchas de sus oportunidades le han llegado a través de concursos y residencias artísticas, pero reconoce que uno no puede ser artista concursante toda la vida y que, personalmente, se ha cansado de eso. "Ser artista concursante pervierte un poco tu trabajo porque estás constantemente reinventando un proyecto que, muchas veces, ni siquiera puedes llegar a desarrollar. Dedicas más tiempo en proyectar que en realizar".

Consciente de que, a partir de los 35, los apoyos por ser joven se terminarán, sabe que su siguiente paso es un salto de gigante: ponerse en contacto con comisarios para ser más profesional y menos concursante. Si los políticos pudieran escucharle les pediría un proyecto cultural de ciudad donde se tuviera más en cuenta la opinión del artista y sus necesidades.


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