(Des)igualdad(es)
Info Joven
Si eres madrugador/a, esta revista habrá llegado a tus manos (o a tu pantalla) a finales de marzo. Durante todo este mes habrás escuchado hablar bastante sobre la igualdad, pero, ¿sabes a qué nos referimos cuando hablamos de ella? Es la pregunta intentamos responder en las páginas de este número.
La igualdad alude a la equiparación de los derechos de todas las personas. La Constitución ya dice que "los españoles son iguales ante la ley". Entonces en este país ya está el trabajo hecho, ¿no? Pues en teoría sí… pero en la práctica, no tanto. El género, la etnia, el poder adquisitivo, la orientación sexual, tener una discapacidad… son elementos que provocan desigualdades en nuestro día a día.
Andar por la calle es algo que muchos hacemos sin pensar. Pero la cosa se complica si tienes una discapacidad: bordillos sin rebajar, contenedores a los que el viento ha movido de su sitio, conductores/as que aparcan donde no deben… Buscar trabajo o alojamiento no es lo mismo si tu acento muestra que eres de Zaragoza de toda la vida que si suena a que tu lugar de nacimiento está a miles de kilómetros de aquí. Estudiar es más fácil si tu familia puede apoyarte económicamente que si no (aunque en un ratito te explicamos cómo las becas pueden ayudarte). En algunos locales no te dejan entrar, no por tu color de piel (¡claro que no!) sino porque llevas zapatillas blancas (justo después de que haya entrado un chaval bastante pálido con el mismo modelo). Volver a casa de noche sin compañía no es lo mismo si eres chico o chica. Si no eres heterosexual, es bastante probable de que te insultaran con un "maricón" o "bollera" incluso antes de que supieras qué era eso (también vale si lo eres pero tu expresión de género no se corresponde a los roles sociales). Una cosa es que sobre el papel la desigualdad no exista y otra es que muchas personas no la experimenten casi cada día. En este número hablamos esto, pero también de jóvenes que se dedican a combatir la desigualdad y de qué pasos podemos dar para colaborar con ellos y ellas.
¿El objetivo es que seamos todos y todas iguales? No. Dicho así parece un poco raro, pero nos explicamos. Como hablamos en el artículo Celebrar la diferencia, si estuviéramos cortados/as por el mismo patrón, la vida sería aburridísima. ¿Qué gracia tendría hablar con la gente si todos tuviéramos las mismas ideas y opiniones? Ninguna. La diversidad nos enriquece: conocer otras formas de sentir y de pensar, otras culturas... El problema no es que seamos diferentes, sino que el trato lo sea.