Cambio climático y desigualdad


Info Joven con la colaboración con el Servicio de Sostenibilidad y Desarrollo Estratégico - Oficina de Medio Ambiente, Acción Climática y Salud Pública del Ayuntamiento de Zaragoza

Que el cambio climático ya está aquí es algo que a (casi) todos/as ya nos ha quedado claro. El año 2023 fue el más cálido jamás registrado y, según la Organización Meteorológica Mundial, 2024 no se va a quedar atrás. Los cambios climáticos no son nuevos, sí, la Tierra lleva modificando su clima desde siempre. Pero nunca han sido buena noticia para las personas. En la Edad Moderna se produjo la Pequeña Edad de Hielo, en la que bajaron las temperaturas y se produjeron sequías, seguidas de lluvias intensas. El Ebro se llegó a congelar durante 15 días en 1789. Un año que te sonará por cosillas que pasaron en Francia a consecuencia de las malas cosechas y que terminaron con su rey y su reina pasando por la guillotina. Volviendo al cambio climático que estamos viviendo en la actualidad, la diferencia es que esta vez está ocurriendo a una enorme velocidad y es la Humanidad la que está detrás, con nuestra emisiones de gases de efecto invernadero producidas al quemar combustibles fósiles. Por tanto, está en nuestra mano revertirlo. Lo que nunca cambia es a quién afecta más: a las personas más desfavorecidas.

Si te acercas al estante donde está el aceite de oliva en cualquier supermercado, es bastante probable que te encuentres a alguien quejándose de lo carísimo que está. Una de las causas (aunque no la única) es la sequía. El problema es que no es solo el aceite, sino que afecta a otros muchos productos como las patatas, las manzanas, las espinacas… Si llegar a fin de mes no te supone un esfuerzo, la subida de precios no te importará demasiado, pero si te sobra mes a final del sueldo, se notará bastante. Las lluvias torrenciales, las inundaciones, etc. tienen un efecto parecido y, malas noticias, están aumentando.

 

El cambio climático no solo hace que las temperaturas suban por encima de lo normal, aumentando la frecuencia e intensidad de las olas de calor, sino también que los otros fenómenos atmosféricos sean más extremos. Sí, también las olas de frío. El Ártico se está calentando mucho más rápido que el resto del planeta, lo que provoca que corrientes de aire que antes se quedaban confinadas en esa zona, ahora puedan avanzar al sur al no haber tanta diferencia de temperatura. Tus abuelos tienen razón cuando dicen "en invierno ya no hace tanto frío como en mi época", pero eso no quita para que sigas helándote de vez en cuando. Cuanto menor sea tu nivel adquisitivo, más te afectan los cambios de temperatura, así que las personas sin hogar o con hogares mal preparados frente a ello seguirán siendo las que más sufren estas olas de frío y de calor.

 

Las personas que tienen enfermedades también están muy afectadas por el cambio climático. La ola de calor de 2023 provocó en España, según el CSIC, 2.155 fallecimientos. Eso en un país acostumbrado al calor, con casas más o menos adaptadas en muchas zonas. Imagínate en países donde las altas temperaturas son una novedad o en donde el nivel adquisitivo de la mayoría de la población dificulta el acceso a métodos que refresquen el ambiente. Aunque cualquier persona puede sufrir el impacto del calor si se dan las condiciones (hacer esfuerzos físicos con altas temperaturas, no beber suficiente agua...), las personas mayores y las personas enfermas (por ejemplo del corazón, el riñón o con enfermedades neurológicas, como la demencia o el Parkinson) tienen más papeletas. No solo por su estado físico, sino porque algunos medicamentos aumentan las posibilidades de que te pase. También las embarazadas tienen más riesgo de partos prematuros en una ola de calor.

 

Otro efecto del cambio climático es que muchas personas, la mayoría del Sur global, tienen que dejar sus hogares y migrar. Por ejemplo, la desertificación de algunos lugares está haciendo que personas que subsistían gracias a cultivos ya no puedan hacerlo y tengan que buscar otros medios, normalmente lejos de donde nacieron. Y ojo, que no es poca gente: el IPCC estima que afecta a 500 millones de personas.

 

Hombres y mujeres tampoco viven el cambio climático por igual. En general, ellas contribuyen menos a provocarlo, mientras que sufren más las consecuencias. Las mujeres reciclan más, utilizan más el transporte público (al igual que las personas jóvenes, por cierto), tienen en cuenta que los alimentos sean de proximidad, consumen menos carne… Sin embargo, en España mueren más mujeres que hombres por temperaturas extremas y no pueden mantener sus casas a la temperatura adecuada por la pobreza energética en mayor medida. Entre los migrantes climáticos, el 80% son mujeres, que además tienen más riesgo de vivir violencias sexuales o de género. 

Por todo esto, actuar contra el cambio climático es luchar contra la desigualdad. 


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