Todos los jóvenes son iguales


Muchas veces hemos escuchado lo típico de "todos los jóvenes sois iguales". Y puede que razón no le falte, pero también está un poco equivocado. Bastante contradictorio, ¿no crees?

Englobar a la juventud en un bloque único y uniforme es una forma bastante limitada de ver a este grupo de población. La gente joven, como los seres humanos en general, es un grupo más que heterogéneo de individuos. Es importante entender que no todos somos iguales. La juventud no es un grupo uniforme, sino una mezcla de individuos únicos con sus propias historias y formas de ver el mundo.

La diversidad nos caracteriza: identidad, sexualidad, opiniones, estética y muchos más rasgos marcan una gran diferencia que desmonta por completo ese "todos son iguales". Estas diferencias son las que rigen nuestras relaciones, la gente con la que nos juntamos, los lugares a los que vamos. Entender y valorar esta diversidad es clave. Solo así podemos apreciar lo increíblemente variados que somos y todo lo que tenemos para aportar como jóvenes en la sociedad.

Para etiquetar de alguna forma nuestras diferencias, gustos y formas de ver la vida surge un término muy escuchado: "tribu urbana". Esta etiqueta es definida como "un grupo de individuos generalmente jóvenes o adolescentes, que comparten una forma cotidiana de vestir, un lenguaje propio". Estas son numerosas y las hemos visto a menudo de forma estereotipada en la ficción: los hippies, los raperos, los góticos... grupos de personas que se salen un poco de lo normativo. Pero en la diversidad es donde se encuentra el poder, las diferencias son las que aportan nuevas formas de entender el mundo y ayudan a las personas a encontrar eso con lo que se sienten más representados.

Al fin y al cabo, muchas personas buscan diferenciarse del resto y buscar, por decirlo de alguna forma, "su sitio". Su sitio en un grupo, que le haga sentir representada por un conjunto de ideas, costumbres y formas de vivir. Pero desde este punto de vista de la búsqueda de la identidad y la pertenencia, se ve algo común, ¿no? Dentro de esa gran diferencia, de las ganas de salirse de lo establecido, de expresarse a su manera, estamos viendo algo que coincide, un patrón que se repite.

Volvemos al principio.

Muchas veces hemos escuchado lo típico de "todos los jóvenes sois iguales". No, no somos iguales, lo son nuestras preocupaciones. Obviamente, es una afirmación muy genérica que podría desmentirse fácilmente. Sin embargo, a rasgos generales, todos nos guiamos por una serie de preocupaciones compartidas.

Identidad, sentimiento de pertenencia, estética, amor, incertidumbre. Todo esto es algo que compartimos todas las personas jóvenes (y no tan jóvenes) independientemente de la música que escuchemos, de la ropa que llevemos, de las ideas políticas que defendamos o de la sexualidad que tengamos.

Y esto no se reduce a nuestra generación, se extrapola a todas las generaciones pasadas y me atrevería a asegurar que futuras. Necesitamos sentirnos identificados, necesitamos tener referentes, necesitamos sentirnos queridos y querer, expresar nuestra forma de pensar, mostrar nuestros gustos a través de nuestra ropa. Y aquí es donde está la simple contradicción de la que hablábamos al principio.

Un último ejercicio de memoria, "todos los jóvenes sois iguales". Rotundamente no, no somos iguales, tenemos diferentes formas de pensar, de querer, de expresarnos, de ser. Pero todas estas formas e ideas tan diferentes parten de unos sentimientos comunes, de unas necesidades humanas que todos compartimos y compartiremos.


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