3. Enclaves marcados por la cultura clásica


Joaquín Costa. Escultor: Iñaki.

Desde esa plaza podemos ver la fachada clasiquizante del Teatro Principal proyectada a finales del siglo XIX por Ricardo Magdalena, mientras que la del Coso fue concebida en 1937 por Regino Borobio y José Beltrán en un lenguaje cercano al racionalismo. En ambas, si elevamos nuestra vista, podemos observar el conjunto de Alegorías de las Musas en las fachadas delantera y trasera del Teatro Principal. Históricamente, las artes escénicas ya habían presidido mucho antes este vecindario, como podemos comprobar por las calles Soler y Verónica, donde se pueden admirar los restos del Teatro de Caesaraugusta, uno de los de mayores dimensiones de la Hispania Romana, con una capacidad de 6000 espectadores, tal como se explica en el museo, al que se accede desde la plaza de San Pedro Nolasco. En este hermoso enclave urbano se ubica, muy apropiadamente, pues fueron dos literatos del Siglo de Oro muy vinculados al teatro y al clasicismo, el Monumento a los Hermanos Argensola. Por desgracia, ya no es la obra original de José Bueno que ocupaba el centro de la plaza, sino una reinterpretación de 1991 desplazada a un lateral. Muy cerca estuvo la “Universidad Literaria” de Zaragoza con su estupenda biblioteca; aunque desde 1973 ya nada queda de su sede. En cambio, se conserva bien la biblioteca del Real Seminario de San Carlos.

Nuestra siguiente parada es la Plaza de los Sitios, para ver la neorrenacentista decoración escultórica de la fachada del grupo escolar Gascón y Marín, con retratos de los hermanos Argensola, Joaquín Costa, Gascón y Marín, Jerónimo Zurita u otros aragoneses ilustres, propuestos como modelos a seguir para los alumnos y la ciudadanía en general. Sus cabezas inscritas en medallones sin duda inspiraron otro retrato cercano, el de la Lápida a Inocencio Jiménez, en la calle que lleva el nombre del catedrático y activista que con sus iniciativas y prolífica bibliografía tanto hizo por el progreso social. Aunque en esa doble faceta se le había adelantado Joaquín Costa, cuya vecina calle se adorna con su estatuario busto: Monumento a Costa es la versión particular de José Gonzalvo inspirada en el que preside en el cementerio su Mausoleo, un heroico desnudo clásico complementado por un templo griego.