4. Del mirador del Batallador al Cerro de Buenavista

Al llegar a la cumbre, observamos que el entorno que nos rodea ha cambiado hacia un paisaje menos definido y ordenado, de pendientes irregulares y de amplias extensiones de césped acompañadas de altos pinos. Sobre este panorama destaca el mirador del Batallador, desde donde obtenemos una visión panorámica global del parque y de la ciudad de Zaragoza hacia el noroeste. Dominando el espacio, la colosal escultura de Alfonso I el Batallador (ca.1073-1134). En 1918, con motivo del octavo centenario de la reconquista de Zaragoza por Alfonso I, el escultor José Bueno modeló una colosal escultura del monarca, erguido y solemne de 7 metros de altura sobre un gran pedestal. La gran escultura se talló en mármol de Carrara y a sus pies se dispuso después un león en bronce, símbolo de la ciudad de Zaragoza. El conjunto escultórico se eleva sobre un estanque ajardinado, y aunque el color blanco marmóreo le otorga a la obra preeminencia visual, consigue integrarse a la perfección en el marco natural que le rodea. Del mirador del Batallador llegamos a la zona más natural del parque, en donde la vegetación nace de manera sincera e informal. Aquí encontramos el origen del parque José Antonio Labordeta, una zona que desde principios del siglo XX se entendió apropiada para la construcción de un parque, debido a la topografía del terreno y a la amplia superficie que ofrecía.

Continuamos por la calle de José Bueno Jiménez, mientras contemplamos a la izquierda las vistas del parque y a la derecha una gran pradera con pinos, un refugio idóneo para el descanso y el picnic. La calle asciende por el Cabezo de Buenavista, poblado de pinares y de merenderos, también el agua tiene su impronta en esta zona con un gran estanque circular. Abandonamos la calle de Bueno Jiménez y descendemos por un sendero que conecta con una de las entradas del parque por el paseo de Colón.

El camino nos lleva hasta las aguas del Canal Imperial, pero antes de llegar al mismo, en la margen derecha encontramos dos monumentos próximos, en primer lugar, hallamos otro ejemplo de escultura de resolución simplificada y abstracta. Es el Monumento a los Aragoneses en Campos de Concentración Alemanes del arquitecto Fernando Fernández de 1985, el cuál, a través de una solemne sencillez recoge la profunda memoria de los antepasados aragoneses que padecieron en los campos de exterminio nazis.

A continuación el monumento a Vicente Galbe Plazuelo, concejal del Ayuntamiento y promotor del parque. El busto de corte clásico y tradicional dirige su mirada hacia el proyecto de sus sueños, el Cabezo de Buenavista. Fue realizado por la escultora Dolores Franco e inaugurado en 1952.

En el lado derecho del camino se sitúan dos ejemplares de los bancos con cerámicas de Talavera que recogen propaganda, por lo que la memoria de la ciudad histórica está perpetuada también por estos ejemplares de mobiliario urbano de la primera mitad del XX.

Para finalizar el paseo por el parque José Antonio Labordeta se recomienda visitar el recóndito Jardín de Invierno (1914), resguardado por arbustos que ocultan una amplia una plaza, sorprendiendo así a sus visitantes. Es un espacio cultural que cuenta un escenario para realizar actuaciones al aire libre, adornado por la vegetación de parterres inclinados.

Desde este punto, salimos por el parque hacia el paseo de Colón, junto al Canal Imperial, donde podemos continuar nuestro paseo.