Introducción
En 1899 los Jimeno, padre e hijo, rodaron en Zaragoza la que algunos historiadores afirman que es la primera película conservada del cine español, Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza.
Desde entonces la región aragonesa ha aportado al séptimo arte figuras insignes a nivel internacional como el pionero de la animación Segundo de Chomón; el maestro del cine costumbrista y musical Florián Rey; Luis Buñuel, un icono de todos los tiempos; grandes artistas como Carlos Saura o José Luis Borau; profesionales de la talla de José María Forqué o Fernando Palacios, e incluso directores de culto como Antonio Artero y Antonio Maenza.
A esta nómina se suman ilustres actores y actrices como Raquel Meller, Fernando Sancho, Mayrata O`Visiedo, Joaquín Dicenta, Antonio Garisa, Fernando Esteso o Paco Martínez Soria, magníficos fotógrafos como José María Beltrán o Víctor Monreal, productores que hicieron historia como Eduardo Ducay o Ramón Acín, músicos excelsos como Antón García Abril o Daniel Montorio, guionistas ilustres como Alfredo Mañas, Emilio Alfaro, Natividad Zaro, Santiago Lorén o Julio Alejandro, personajes tan brillantes e iconoclastas como Manuel Rotellar, coleccionista, actor, crítico cinematográfico y director de la Filmoteca de Zaragoza, o Pepín Bello, el intelectual más longevo de la Generación del 27.
La larga lista de hombres y mujeres, pertenecientes a todos los oficios del medio, que ha continuado esta estela a lo largo del siglo XX y XXI, es apabullante en cantidad y calidad. Por citar solo a algunos: Paula Ortiz, Pilar Palomero, Isabel Peña, Luisa Gavasa, Nata Moreno, Carla Pérez de Albéniz, Pedro Rodríguez, Nacho G. Velilla, Ignacio Estaregui, Javier Macipe, Miguel Ángel Lamata o Gaizka Urresti.
Estos hijos ilustres tienen una huella común: Zaragoza, raíz emocional y vivencial. Una ciudad que, cada vez más hermosa en su madurez, es el centro neurálgico de una red de comunicación con vocación de integrar creación e industria audiovisual en un único tejido que aúne a profesionales del medio.
Una de las mejores maneras de sumarse al apelativo de Zaragoza como Ciudad de Cine es convertirla en un gran plató fílmico y recorrerla a modo de road movie, para ir descubriendo las diferentes rutas, caminos y senderos que nos llevan hasta parajes hermosos o inhóspitos, de exuberante vegetación o desérticos, tan lejanos pero tan cercanos gracias a la pantalla de cine.
Estas localizaciones han seducido a la industria del cine nacional e internacional, que ha situado a Zaragoza como escenario de sus rodajes, algo que constata la larga lista de producciones que se han filmado en esta tierra desde los albores del cinematógrafo hasta hoy.
