Recorrido a Orillas del Ebro

3. Del Pabellón Puente a la Pasarela del Voluntariado

Otro de los nombres consagrados a quienes se invitó expresamente a participar fue el zaragozano Fernando Sinaga, uno de los escultores aragoneses vivos más acreditados; pero en su caso el resultado ha pasado un tanto desapercibido para el público, a pesar de las altas expectativas que suscitó su participación. Fiel a su trayectoria de artista conceptual, inicialmente quiso instalar unos tablones junto al cauce del Ebro, que habrían sido destruidos por las riadas; pero se le invitó a hacer algo más permanente y entonces enlazó con el precedente de las planchas de color plano con las que años antes había decorado la fachada del Auditorio de Zaragoza, sólo que esta vez experimentando con cristales dicróicos, pues se hallaba por entonces investigando la alta tecnología del vidrio. En esta ocasión, por tanto, no se trata de murales planos, pues sus tres Pantallas Espectrales reflejan el agua del río o la vegetación y, sobre todo, tienen carácter esculto-arquitectónico, pues no están alineadas sino colocadas contorneando una especie de plaza, elevadas sobre sendos pares de patas de acero que así funcionan como pórticos rematados por estos coloridos dinteles. Por eso, lo que los visitantes de la Expo veían como especulares vallas flanqueando el espectáculo del Iceberg, ahora se perciben desde este sendero como puertas que simbolizan los umbrales del enlace visual entre ciudad y río, que enmarcan/reflejan las vistas fluviales o de iconos arquitectónicos como el Pabellón Puente o el Pabellón de España.

También se ve desde aquí extendido sinuosamente a lo largo de la orilla opuesta el Banco Ecogeográfico donde, inspirándose en una de las más conocidas obras de Gaudí en el Parque Güell, el diseñador Isidro Ferrer ha dibujado mapas con un millón y medio de teselas cerámicas sobre un banco proyectado por los arquitectos-paisajistas Enric Batlle y Joan Roig. Se trata, nuevamente, de una instalación que responde a la categoría que en el concurso de Expoagua se denominaba "obras muy eficaces para su integración en medios naturales o ligeramente urbanizados y su utilización pública interactiva: en zonas de descanso, contemplación, juego, etc.". Fue muy utilizado por los visitantes de la Expo para sentarse a descansar, a merendar, a ver el espectáculo del Iceberg, a mirar hacia el río o hacia el recinto expositivo.

Detrás de este banco queda el Bosque Sonoro de Christopher Janney, una instalación interactiva a base de columnas de aluminio de casi dos metros y medio de alto, dotadas por este artista estadounidense con dispositivos tecnológicos capaces de producir luces de colores y sonidos acuáticos cambiantes en función de los movimientos y manipulaciones del público en torno a ellas. Desde que el artista la concibió en 1991, la ha sido montando en diferentes lugares del mundo transitados por muchedumbres, y es de esperar que esta versión zaragozana volverá a entrar en actividad en la medida en que el recinto de la Expo se abra a futuros usos. Lo mismo ocurría con la escultura de cristal titulada Manierismo Rococó, que se encontraba un poco más hacia el este, igualmente cerca del río; pero que tras ser vandalizados algunos de sus cristales ha sido restaurada y trasladada en enero de 2011 al vestíbulo del Edificio Seminario, reutilizado para oficinas municipales También esta pieza de Dan Graham cobra pleno significado cuando este laberinto de cristales curvos es recorrido por el público. Incluso desde la orilla opuesta del Ebro ambas constituyen un indudable reclamo visual y estético; en cambio, apenas nada puede verse de la instalación Appearing Rooms de la danesa Jeppe Hein, situada aguas abajo, porque nunca ha tenido materialidad física ese laberinto de "habitaciones que aparecen", ya que sus paredes estaban formadas por surtidores de agua que emergían aleatoriamente para sorprender a los incautos visitantes que entraban a jugar con la fuente y casi siempre acababan mojados. Una vez reabierto el recinto de la Expo al público, ya funciona de nuevo esta versión zaragozana de una fuente artística que instaló primeramente en Basilea (Art Basel 2004) y luego en otras ciudades. Ahora que los transeúntes vuelven a deambular por el recinto, estas tres instalaciones artísticas interactivas volverán a funcionar plenamente, no sólo para regocijo de quienes quienes las recorran, sino también para quienes los miren desde lejos.