8. De la calle Joaquín Costa a la de Felipe Sanclemente

Dejamos atrás la Plaza de los Sitios y marchamos por la calle de Joaquín Costa. Frente a la iglesia de Santa Engracia se encuentra el Monumento a Joaquín Costa, una obra con la que se saldaba la deuda que Zaragoza tenía contraída con este personaje. Sí que es cierto que al poco tiempo de su fallecimiento comenzaron los trabajos para construir su mausoleo en el Cementerio de Torrero, pero se consideraba que había de perpetuarse su recuerdo con una obra más definitiva. Por ello se acometió la edificación de un Grupo Escolar en su honor, inaugurado en 1929, que pusiese en práctica su ideario. Pero la memoria al polígrafo aragonés se completaría con el monumento que se había proyectado erigir en su interior. Incluso se falló a favor de una idea en un concurso convocado ex profeso mas, como tantos otros monumentos zaragozanos, no llegó a materializarse. Tuvieron que transcurrir cincuenta años para que la efigie de Costa se incorporara al tejido urbano, concebida por José Gonzalvo. A pesar de que en concepto continúa con la tradición del busto sobre pedestal prismático, formalmente huye de la representación naturalista de los rasgos del homenajeado. Por tanto, aunque el proceso por el que se incorporaron los nuevos lenguajes de la plástica a la escultura conmemorativa resultó lento, poco a poco se avanzó y se descubrió que no resultaba indispensable la representación exclusivamente realista para conseguir su finalidad última.

Próxima a este monumento, se encuentra la lápida de la calle Inocencio Jiménez, modelada por Félix Burriel. Ya hemos mencionado anteriormente este tipo de homenaje, más humilde pero bastante habitual igualmente. Sin embargo, en la actualidad se conservan escasos ejemplos, ya que las lápidas diseñadas con este fin han sido sustituidas por otras sin decoración escultórica. En este caso, se incluyó el retrato de Jiménez representado de perfil.

Proseguimos por esta calle de Inocencio Jiménez hasta desembocar en la de Felipe Sanclemente y giramos a la izquierda para encontrar en la confluencia con el Paseo de la Independencia un busto de reciente construcción, que demuestra cómo este tipo de homenajes que pretenden recuperar a personajes históricos aragoneses, destacados pero en cierta manera olvidados, permanece a la orden del día. Se trata del Monumento a Felipe Sanclemente, dispuesto a la entrada de la vía que lleva su nombre. Por esta razón y porque igualmente opta por un esquema tradicional, a base de un retrato eminentemente realista fundido en bronce sobre un pedestal de sencillo perfil, se asemeja a otros bustos erigidos a los epónimos de otras calles de la ciudad, como el del Conde de Aranda.